A ti te debo la furia
y a él le debo la calma…
A ti te debo el fuego
que carcome las entrañas,
y a él le debo esa paz
con la que amanezco cada mañana.
Por él oí los latidos de mi propio corazón
sumida en el silencio de la quietud con amor.
Por él descubrí que podía
reír si lo deseaba y que podía sentirme libre
y a la vez tan acompañada.
Por él el futuro tuvo una meta que lograr,
Y mis pasos construyeron un camino a seguir.
A ti te debo el dolor de una mano solitaria,
de un susurro lastimero perdido en la ignorancia.
A él le debo la vida
a ti,
a ti no te debo nada.
Liliana Varela 2006
lunes, 27 de octubre de 2008
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