lunes, 19 de febrero de 2007

Alfredo Castellanos

El viejo Leutonio
Cuando el viejo Leutonio mostraba complacido su rarísima colección de mariposas disecadas, la admirada sorpresa se transformaba en horror al contemplar, en su pálida cajita de jade, la mas preciosa muestra.
-Pero,¿no son?...
- Sí - respondía el viejo Leutonio-,sí son ojos de bellísimas criaturas que encontré cierta mañana en el bosque.
Y con el tono medido y satisfecho, desafiaba a la concurrencia:
-Nadie podrá negarme que son preciosos y de un gran valor inédito que los hace inigualables.
Luego, cuando los visitantes a desgano y complaciendo únicamente la rígida etiqueta convencional, eran servidos por su viejo criado Esparidon, que silenciosamente escanciaba el jerez en largas y delicadas copas, insistía el coleccionista en el extraño valor de los ojos, puesto que, no obstante haber pertenecido a una misma persona eran desiguales en tamaño y color, lo que hacia de ellos, muestras estimadísimas de museo.
Monstruo- le respondía el horror -, mil veces monstruo y mil veces asesino.
Pero don Leutonio equivocada el ofensivo silencio y Espararidon, el maltrecho y desvergonzado lacayo, sonreía lleno de torpe orgullo, pues solo el sabia que no era fácil ser monstruo y asesino.
La reunión concluía. Los visitantes en su precipitada fuga evitaban dar la mano al dueño de la casa y, el criado , solemnemente atado a su destino, cerraba las carcomidas puertas de la mansión del coleccionista como si las cerrara sobre sus propias espaldas.

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